En un Velódromo lleno por este susto, los monegascos prendieron fuego a la entrada. Ben Seghir, Vanderson y Ben Yedder estuvieron cerca de abrir el marcador, atormentando a una defensa que dejaba mucho espacio.
Tras las alertas llegó la sanción… de Veretout, que prolongó en propia portería una falta de Golovin (0-1, 17). Lógica apertura de marcador para los visitantes claramente arriba y no lejos de doblar la apuesta ante las enormes oportunidades de Diatta y Ben Yedder repelidas por Blanco.
Alineación defensiva dudosa, incapacidad para desencadenar la presión, líneas demasiado separadas, los marselleses estaban en la calle y debían su salvación sólo a la incapacidad de los monegascos para concluir sobre los innumerables contraataques obtenidos.
Inevitable aparición en el partido de Igor Tudor, completamente desbordado al borde de la línea de banda y atónito por la falta de reacción de sus jugadores, muy feliz de no volver a romperse en una media volea pesada de Diatta poco antes del descanso.
Cuando volvieron del vestuario, la táctica del Marsella cambió… como la cara del partido. En el primer ataque, Sánchez aprovechó un tremendo error de Nübel para igualar de manera oportunista (1-1, 47º). Sorprendido en el peor momento, el Mónaco dejó escapar poco a poco un partido que dominó a la perfección. Pero enfrente, Nuno Tavares no dejaba que el Marsella aprovechara su buen pase encadenando golpes de riesgo, corriendo de cabeza, aunque eso significara frustrar a sus compañeros.
Dominando, los foceanos estuvieron a punto de revertir la situación si el larguero no salva a Nübel en un cabezazo de Balerdi. Mientras Vanderson hacía pasar un mal rato a Blanco, Payet, que acababa de entrar en el partido, pensó en liberar el Vélodrome con su volea que hizo temblar la pequeña red exterior. La última gran oportunidad en un partido muy animado entre dos equipos que merecían ganar, pero sobre todo para no perder.
Statu quo en lo más alto de la clasificación… a la espera del resultado de París contra Reims.
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